Rosa llego al centro con un chichón en la cabeza y una mochila cargada de vergüenza y culpabilidad. Hoy nos envía este escrito y, por lo que parece, las cosas van cambiando. Eres increíble, Rosa. Pacientes como tú dan sentido a nuestro trabajo.
“Hace nueve meses que aterricé en el centro La Garriga, después de toda una vida consumida por mi adicción al alcohol y al juego. Siempre pensé que yo era una mala persona, que nunca sería capaz de reconstruir mi vida; los desastres causados por la adición fueron muchos.
La única salida que encontraba, era acabar con todo, descansar de una vez por todas para no seguir causando tanto dolor a los míos y no maltratarme más. Y creo que ese hubiera sido mi destino de no haber llegado aquí.
Nunca creí que mi vida pudiera cambiar de la forma que lo ha hecho. Llevo nueve meses en tratamiento y soy una nueva persona. Poco a poco estoy aprendiendo a quererme, a perdonarme, a aceptar mi enfermedad. No puedo describir la sensación de paz que experimento día tras día, de poder acostarme cada noche con la conciencia tranquila y levantarme cada mañana serena y con ganas de vivir.
Estoy aprendiendo a disfrutar de los míos, a sentir el aire, el sol, la lluvia….porque donde antes solo había oscuridad, ahora veo una vida llena de ilusiones, con el único deseo de sentirme feliz y en paz conmigo misma.”
